Como comentábamos la semana anterior, una alimentación basada en la evolución, busca evitar todos aquellos alimentos que aparecen a partir de la agricultura y todos los alimentos procesados.
Así cereales, lácteos y legumbres son desaconsejados.
Aparte de la cuestión meramente paleoantropológica cada vez tenemos más y más información sobre los contenidos nocivos de estos alimentos y cómo nos afectan. Lectinas saponinas y por supuesto el gluten serían los ejemplos más habituales.
El torrente de información que ha aparecido sobre los efectos dañinos del gluten en los seres humanos, ha generado un verdadero boom de los alimentos sin gluten y muchas personas reconocen que simplemente se sienten mejor al eliminar los tres granos que contienen gluten (trigo, centeno y cebada) y substituirlos por cereales sin gluten (arroz, maíz, avena, sorgo y mijo).
En general, se trata de cambiar un vicio por otro pues los cereales sin gluten también presentan anti nutrientes (sustancias dietéticas que interfieren con nuestra fisiología y metabolismo normal) y que por lo tanto en condiciones ideales deberíamos evitar.
Aún así podemos pasar por un proceso adaptativo transitorio y consumir aquellos cereales que parece ser nos afectan menos. De todo ello ya hemos hablamos.
Hoy en cambio me gustaría comentar justo el caso contrario, sustituir el trigo por el mijo. Como veremos, el mijo afecta negativamente al metabolismo del yodo y puede causar bocio cuando se consume con regularidad.
Puesto que la tendencia al consumir un cereal sea cual sea es a hacerlo a diario y dado que el yodo es indispensable para un buen funcionamiento tiroideo, consideraríamos el mijo un mal sustituto así que del banquillo lo pasaremos directamente a la grada (mijo no estás convocado).
En este artículo encontrarás:
El mijo
El mijo no es una sola especie vegetal (como la mayoría de otros granos de cereales), sino que puede contener unas 500 especies de semillas de todo el mundo. Sólo unas pocas especies de mijo se cultivan comúnmente como cultivos alimentarios. La producción mundial de mijo es de aproximadamente 1% de trigo o arroz.
Debido a que el mijo requiere poca agua y es altamente resistente a la sequía, crece bien en las regiones áridas y semiáridas del mundo, como en los países que rodean el desierto del Sahara en África y en las zonas secas de la India y Asia.
Además, el mijo es un cultivo agrícola atractivo para los agricultores de estas regiones porque en buenas condiciones, se pueden producir dos cosechas al año y es resistente a las plagas y patógenos.
En las regiones africanas donde se consume altas cantidades de mijo, específicamente Kas, Tawaila y Nyala, la incidencia de bocio fue escandalosamente alta – más que en cualquier otro lugar del mundo.
La incidencia de bocio de las niñas en estas tres comunidades fue del 75%, 55% y 13%, respectivamente; y era 46%, 35%, y 10%, para los varones. Tasas similares se han reportado para niños en edad escolar en el distrito de Gujarat de la India occidental, donde el mijo es un alimento básico.
Bociógenos en el mijo
Bociógenos son las sustancias dietéticas que deterioran el metabolismo de la tiroides y del yodo, y en última instancia, puede causar el desarrollo de bocio. La capacidad de afectar al funcionamiento de las tiroides recae sobre los bioflavonoides presentes en el mijo.
Estos compuesto parece que inhiben la captación de yodo en la mayoría de células corporales, deterioran la secreción de las hormonas tiroideas y reducen la capacidad de unir el yodo a la tiroglobulina para formar hormona.
Falsos mitos y antinutrientes adicionales en el mijo
Comencemos con la idea equivocada de que el mijo es una buena fuente de calcio.
El calcio, junto con el hierro y el zinc que puede estar presente en el mijo son realmente mal absorbidos en nuestro cuerpo porque los fitatos, taninos y otros compuestos impiden su asimilación.
En consecuencia, las dietas altas en cereales con mijo, con frecuencia dan lugar a múltiples deficiencias de nutrientes como el calcio, hierro y zinc.
Además de su alto fitato, el contenido de flavonoides y polifenoles, el mijo también es fuente concentrada de otros antinutrientes incluyendo inhibidores de la proteasa (tripsina, quimotripsina, alfa amilasa y cisteína) y saponinas esteroideas, inhibidores de las proteasas humanas.
Estos inhibidores provocan efectos adversos sobre el páncreas cuando se consumen como alimentos diarios. Las saponinas son además conocidas por aumentar la permeabilidad intestinal y pueden contribuir a la inflamación sistémica de bajo nivel crónico.
Tomado en su conjunto, una literatura científica abrumadora demuestra que el mijo es un alimento de segunda clase que cuando se consume con regularidad pueden afectar negativamente el metabolismo del yodo y provocar bocio.
Así podemos concluir que amigos no solo se trata del gluten, cuanto más investigamos más nos damos cuenta de que deberíamos evitar en lo posible cualquier semilla.
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