Empezar con el ayuno estratégico puede resultar complicado al inicio debido a que la mayoría de las personas están acostumbradas a:
Comer cuatro o cinco veces al día (siguiendo las recomendaciones de las sociedades médicas y de la industria alimentaria)
Para entrenar siempre se ha dicho que hay que ingerir algún tipo de nutriente (básicamente carbohidratos)
Entendemos que en el ayuno estratégico debes realizar deporte con el estómago vacío y es un doble impacto, pues no sólo supone dejar de ingerir nutrientes con la frecuencia acostumbrada, sino sumarle la exigencia de una demanda de energía por parte del cuerpo que se activa con el ejercicio físico.
Es por ello que en este apartado planteamos diferentes estrategias para generar una adaptación al estado de ayuno y las consecuencias que surgen a dicha situación.
En este artículo encontrarás:
Cómo empezar
Evidentemente que la recomendación para empezar con el ayuno estratégico, en ningún caso es la de salir a entrenar sin ingerir ningún nutriente si estamos habituados a hacer lo contrario.
Por ejemplo, si tengo la costumbre de tomar un vaso de leche y cereales antes de salir a correr, el inicio del cambio será tomar un par de piezas de fruta, agua y algún fruto seco como nueces de macadamia y/o almendras.
La idea es que con el paso de los días vayamos disminuyendo la cantidad de comida ingerida. Este es el primer paso para empezar con el ayuno estratégico.
Aún así, cabe destacar los síntomas que se pueden generar en el periodo de habituación durante el entrenamiento como son: dolor de cabeza, debilidad, falta de energía, calambres, mareos, hambre…
Si ocurre alguna situación como esta se recomienda disminuir mucho la intensidad del ejercicio, o parar y tomar agua e incluso finalizar el entrenamiento. Es importante saber que no pasa nada por parar.
Esto puede durar entre 10 y 15 días dependiendo de la frecuencia de actividad y el tipo de nutrición que se lleva a cabo.
Recomendamos que en el período de habituación al ayuno estratégico, se disminuya la intensidad del entrenamiento a la mitad y dejar que la propia fisiología cambie a lo que ya conoce: utilizar la grasa como fuente energética.
Realizado de esta manera, la transición hacia el ayuno estratégico es más llevadera, y las sensaciones desagradables que pueden surgir al inicio asociadas a éste último se minimizan. La recompensa será la mejora del rendimiento y de la salud.
El protocolo de las cinco sesiones
Si, por el contrario, consideras que empezar a entrenar en ayuno estratégico no te va a costar mucho, te planteamos que vayas directamente al protocolo de las 5 sesiones que aparece en el libro de Paleovida de Carlos Pérez (Ediciones B).
Éste consiste en realizar los siguientes cinco entrenamientos que tengas programados a una menor intensidad.
Por ejemplo, si estás acostumbrado a correr a un ritmo de cinco minutos el kilómetro, lo harás a cinco-treinta o a seis. O si lo normal para ti es ir a caminar durante 40 minutos, harás lo mismo pero sólo durante 20 minutos.
Es decir, disminuiremos la carga ya sea en intensidad o duración. Además te llevarás una botellita de agua y un plátano por si acaso te da el bajón (pero sólo al principio y por si acaso). Así parece más sencillo ir integrando el ayuno estratégico, ¿verdad?
Después de cinco sesiones, ya irás incrementando progresivamente hasta llegar a la carga a la que estabas acostumbrado pero esta vez en ayuno estratégico.
En ese momento se habrá hecho el “click” necesario para que, ahora ya sí, tu metabolismo sepa usar esa grasa que te sobra como tu principal fuente de energía.
¡Felicidades!
Principales enemigos del ayuno
1) La pereza
El primer enemigo del ayuno estratégico. Puede que te sientas sin energía, pero va a surgir porque la llevas dentro, en cada michelín.
Es muy fácil boicotear el ejercicio cuando te encuentras en casa tirado; tanto tu cuerpo como tu cerebro lo que se plantean es ¿para qué vas a moverte?, si no tienes ninguna necesidad dado que tu comida y tu supervivencia están aseguradas.
Pero, a corto plazo, te lo agradecerán y, a largo, muchísimo más. Hay que ir ejercitando el movimiento y repitiéndolo para crear el hábito, y es ahí donde tienes que recurrir a tu motivación personal, a tus objetivos.
Ahí se gestiona el momento crítico de decidir: ‘voy o no voy’.
Has de encontrar las fuerzas internas de nuestros ancestros, que se basaban en que si no iban, no comían. Ya por el mero hecho de moverte en ayuno estratégico, el cuerpo entiende que tiene que reaccionar para conseguir sobrevivir.
Es un círculo vicioso, cuando repitas el ejercicio durante un tiempo, habitualmente de entre 3 a 6 meses, integrarás el ejercicio y la recompensa que produce como una parte de ti.
Y a partir de entonces la motivación la encontrarás en la sensación de gustazo, alivio, energía y alegría que te generan las endorfinas al hacer deporte y más si lo haces utilizando el ayuno estratégico.
2) Sesiones de ejercicio superiores a la hora y media
El entrenamiento en ayuno estratégico también va a estar indicado para los deportistas amateurs y profesionales.
Les va a servir para afinar su metabolismo de tal forma que su cuerpo tendrá una mayor capacidad para β-oxidar (usar la grasa como fuente energética) sacando con ello un mayor partido de su reservorio de glucosa.
No obstante, si los entrenamientos son superiores a la hora y media, debemos de estar ya muy acostumbrados a entrenar en ayuno estratégico o nos puede dar una importante pájara (estado en el que nuestro cuerpo se queda sin glucosa).
Por eso, para estos entrenamientos de más larga duración, aconsejamos comer antes del ejercicio.
Amante de la fisiología humana, el entrenamiento y más, Néstor, co-fundó Mammoth Hunters después de ayudar a Oriol mejorar su rendimiento deportivo y salud. Es un nutricionista clínico, entrenador y terapeuta. Además de Mammoth Hunters Néstor tiene una clínica donde ayuda a centenares de personas a estar más sanas.