La combinación de los excesos navideños la llegada del frío intenso y la vuelta al trabajo suele ser la tormenta perfecta para sufrir un resfriado y con él los malditos mocos, el malestar y la fiebre.
Cuando estos síntomas aparece nuestra tendencia de los últimos años es a inhibirlos con medicamentos pero lo que no sabemos es que quizás estos síntomas y sobretodo la fiebre forman parte de nuestra defensa ante los virus.
La fiebre es una respuesta crucial y básica a la infección que se ha conservado tanto en los vertebrados de sangre caliente como en los de sangre fría a través de 600 millones de años de evolución.
De hecho, aumentar la temperatura ante una infección es una reacción que incluso está presente hasta en algunas plantas (estudio).
¿Crees que es una buena idea que ahora decidamos por norma bloquear su aparición?
Durante el post de hoy aprenderemos cómo se produce la fiebre, qué ocurre cuando la tenemos y cómo actuar ante ella.
En este artículo encontrarás:
Aspectos generales sobre la fiebre
La fiebre es una respuesta corporal que aparece durante una infección o una enfermedad inflamatoria.
La inducción de fiebre en animales de sangre caliente ocurre a un elevado coste metabólico ya que aumentar un grado la temperatura corporal requiere un aumento de entre un 10 y un 12,5 % el metabolismo basal por lo que el cuerpo tiene que tener muy claro que le será beneficioso o no invertiría tantos recursos.
Y así es.
Existen múltiples evidencias que el aumento de entre 1 y 4 grados que ocurre durante la fiebre mejora la supervivencia y la resolución de infecciones.
Por ejemplo, el uso de antipiréticos (medicamentos que disminuyen la fiebre como la aspirina o el gelocatil) se correlaciona con un aumento de un 5% en la tasa de mortalidad de personas infectadas por el virus de la gripe (estudio).
Aunque es verdad que la fiebre no siempre es beneficiosa y en casos de extensas inflamaciones o sepsis, parece ser que disminuir la temperatura es más beneficioso y suele ocurrir también naturalmente (estudio).
Cómo se produce la fiebre
La inducción y el mantenimiento de la fiebre requiere de un trabajo coordinado entre el sistema inmune innato y el sistema nervioso tanto periférico como central.
En primer lugar, el sistema inmune detecta algún patógeno (bacteria, virus u hongo).
Una vez detectado, se liberan unas sustancias llamadas citoquinas que informan a nuestro cuerpo de que hemos sido infectados.
Nuestro cerebro percibe estas señales y reacciona produciendo neurotransmisores que aumentan nuestra temperatura corporal. La substancia más estudiada con efectos pirógenos (elevador de la temperatura corporal) es la Prostaglandina E2.
Esta sustancia es liberada tanto en el cerebro como en los propios tejidos afectados de la periferia.
Para aumentar la temperatura, se estimula la actividad metabólica del tejido adiposo marrón y se produce una vasoconstricción de las extremidades para reducir la pérdida pasiva de calor.
A su vez la musculatura también contribuye al aumento de temperatura usando sus propios depósitos energéticos para producir calor.
Beneficios de la fiebre
La producción de fiebre es un proceso complejo y global por lo que es difícil señalar unos beneficios concretos ya que actúa sobre todo el cuerpo globalmente.
Aún así podemos destacar los efectos principales:
- Estimula la liberación de neutrófilos desde la médula ósea y promueve su reclutamiento al lugar de la infección. Los neutrófilos son claves tanto para solucionar la infección como para la recuperación de los tejidos dañados.
- Aumenta la actividad citotóxica de unas células llamadas Natural killers (NK). Las células NK son también claves en la protección contra tumores.
- Aumenta la capacidad fagocitaria de macrófagos y celulas dendríticas. De esta manera se acelera la eliminación de los patógenos, la limpieza de residuos de tejido muerto y la presentación del patógeno al resto de nuestras defensas para realizar una respuesta inmunitaria óptima.
- Mejora el tráfico de células especializadas como linfocitos hacia el lugar de la infección que se diferenciarán para generar la respuesta más adecuada según el patógeno que encuentren.
- Incrementa la permeabilidad de los vasos sanguíneos cercanos a la infección, para permitir todo este tráfico de células inmunitarias.
- En un primer momento la fiebre estimula la producción de sustancias inflamatorias, una vez las células inmunes son activadas, se observa una liberación de sustancias antinflamatorias para conseguir la respuesta modulada, ni demasiado agresiva ni demasiado suave.
Como vemos la fiebre ayuda a dirigir nuestras defensas hacia el lugar de la infección y las hace más efectivas para eliminar el patógeno y resolver los daños causados por la agresión.
Para una respuesta inmune adecuada ante una infección nuestro cuerpo depende del aumento de temperatura.
Cuándo parar la fiebre
Como ocurre normalmente siempre habrá situaciones donde debemos recurrir a los antipiréticos. Las dos más habituales son las siguientes:
- Las mismas substancias que inducen un aumento de temperatura provocarán lo que suele llamarse conducta de enfermo. No tendremos ganas de hacer cosas, el cuerpo nos molestará y estaremos menos motivados e incluso algo tristes. Esto se debe a que el hecho de que durante la fiebre activemos nuestro sistema inmune y nuestras defensas consumen más energía. Durante este proceso, nos interesa una conducta de quedarnos en casa ahorrando la energía para que la usen nuestras defensas. Cuando el malestar es demasiado alto, no soportamos el dolor o la astenia es demasiado potente, podemos recurrir si no queda más remedio a los antipiréticos para mejorar las sensaciones momentáneamente aunque corremos de riesgo de retardar o cronificar la solución de la infección.
- Cuando la fiebre es muy elevada, la infección es muy amplia o el cuerpo está demasiado débil: Como hemos visto para aumentar la temperatura exigimos mucho a nuestro metabolismo, si el cuerpo está muy débil puede ser que no tolere bien una respuesta tan aguda y entre en fallo por lo que en esta situación bajar la fiebre es altamente recomendable.
Es por ello que te recomendamos consultar con tu médico antes de decidir si debes tomar medicación o no.
Conclusiones
La conservación evolutiva de la respuesta fiebre durante millones de años está en consonancia con su función protectora o dicho de otra manera, el beneficio de supervivencia que nos otorga supera el coste metabólico de elevar nuestra temperatura corporal.
Las temperaturas febriles sirven como sistema de alerta sistémica que promueve ampliamente la vigilancia inmunitaria durante el desafío de la invasión por patógenos.
La comprensión de la naturaleza inmune-protectora de la fiebre ha cambiado radicalmente el enfoque de cómo abordarla. Forma parte del proceso fisiológico de defensa y por tanto en general no solo no debemos inhibirla sino que en muchos casos debemos estimular su aparición.
Esta comprensión ha abierto a su vez nuevas vías para explotar las actividades inmunoestimuladoras del estrés térmico en el contexto de ciertas terapias como el cáncer o las patologías autoinmunes.
Así que de nuevo confía en tu cuerpo: son 2 millones de años de experiencia en cómo solucionar una infección.
Amante de la fisiología humana, el entrenamiento y más, Néstor, co-fundó Mammoth Hunters después de ayudar a Oriol mejorar su rendimiento deportivo y salud. Es un nutricionista clínico, entrenador y terapeuta. Además de Mammoth Hunters Néstor tiene una clínica donde ayuda a centenares de personas a estar más sanas.