¿Conocéis la paradoja de los esquimales?
La dieta tradicional de los esquimales es casi por completo grasa y proteínas. Ni cereales de desayuno, ni pan, ni patatas. Casi nada de fruta y verdura.
Según las ideas dominantes en la nutrición en los últimos años, deberían morir de arterioesclerosis a los 40, y el hígado les debería reventar por el exceso de proteínas.
En lugar de eso, disfrutan de vidas largas sin obesidad, ni diabetes, ni enfermedades cardíacas, ni caries, ni cáncer. Sin embargo, los esquimales que han adoptado la dieta occidental, y que ahora compran en supermercados, engordan, tienen cáncer y diabetes, igual que los occidentales.
El hecho de que hayan cambiado su dieta tradicional de miles de años en una sola generación es muy difícilmente gestionable para su metabolismo.
Algo parecido está ocurriendo con la introducción de la soja en occidente.
La soja es un alimento que en muy poco tiempo se ha introducido en la dieta europea: en sólo una generación hemos pasado de no consumirla a que sea un alimento de moda.
Así que, harto de tratar a ejecutivos reconvertidos en profesores de yoga, me he decidido a escribir un post sobre la soja y a explicar por qué este alimento, en apariencia inofensivo, supone una importante fuente de toxicidad para los humanos. Y no sólo porque más del 99% de la soja haya sido modificada genéticamente.
La cuestión es que, si se consumen alimentos procesados, es casi imposible evitar la soja. Podríamos decir que, exceptuando el trigo, pocos alimentos están causando tantos problemas de salud como la soja.
Aquí van las 5 razones por las que es mejor evitar cualquier tipo de soja.
En este artículo encontrarás:
La soja reduce la asimilación de minerales
El ácido fítico presente en el salvado o la cáscara de todas las semillas, incluida la de soja, dificulta la absorción de los minerales. El hecho de que consumamos leche de soja, queso de soja, tofu, etc, hace que aumente enormemente el consumo de este antinutriente.
El efecto del ácido fítico sobre la absorción de hierro se ha estudiado a fondo. Como se muestra en un estudio en un estudio de la revista American Journal of Clinical Nutrition, a medida que aumenta el ácido fítico, la absorción del hierro es cada vez menor. Esto es aplicable a casi todos los minerales más importantes, incluyendo el zinc – uno de los minerales fundamentales para el ser humano. Los fitatos se unen al zinc y con ello disminuyen su biodisponibilidad. Los niveles de ácido fítico en la soja reducen la asimilación de calcio, magnesio, cobre, hierro y zinc.
El ácido fítico de la soja no es neutralizado por los métodos de preparación ordinarios tales como el remojo, germinación y la cocción larga y lenta. En consecuencia, estas dietas altas en fitatos causan inevitablemente deficiencias en micronutrientes.
La soja contiene disruptores endocrinos que pueden alterar nuestro sistema hormonal
La Genesteína y Daidzeína, dos fitoestrógenos presentes en la soja, son moléculas no esteroidales cuya similitud estructural les otorga la capacidad de imitar los efectos de los estrógenos, y existen pruebas de que los fitoestrógenos de soja pueden modular las modificaciones epigenéticas que se encuentran en ciertos tipos de cáncer como el de próstata o mama.
El contenido en fitoestrógenos de la soja, con más de mil veces más afinidad al receptor estrogénico que otros disruptores como los insecticidas, alteran también los patrones de crecimiento y causan esterilidad. Los toxicólogos estiman que un bebé alimentado exclusivamente con una fórmula de soja recibe un nivel de estímulos hormonales muy superior al deseado.
La soja bloquea la producción de la hormona tiroidea
En 1991, investigadores japoneses informaron de que el consumo de tan sólo 30 gramos o dos cucharadas de semillas de soja por día durante un mes resultó en un aumento significativo de la hormona estimulante de la tiroides. Los alimentos de soja tienen una alta concentración de goitrógenos que bloquean la producción de hormonas tiroideas.
Diversos trabajos han demostrado que la Genisteína en alimentos de soja causa daños irreversibles en las enzimas que sintetizan las hormonas tiroideas.
El consumo de soja se asocia con trastornos tiroideos como hipotiroidismo, bocio y el padecimiento patologías autoinmunes que afectan a la tiroides (enfermedad de Hashimoto y de Graves).
La soja causa reacciones alérgicas
La soja es uno de los principales alérgenos -sustancias que causan reacciones alérgicas. Hoy en día es ampliamente aceptado que la soja es uno de los «ocho grandes» alimentos capaces de generar reacciones de hipersensibilidad inmediata.
Se han encontrado en la soja 28 proteínas diferentes capaces de reaccionar con los anticuerpos IgE. Vale la pena señalar que, a mayor cantidad de proteínas de soja consumidas, más probabilidades de desarrollar alergias a la misma.
La soja también puede provocar respuestas alérgicas retardadas (no inmediatas). Sus efectos son menos dramáticos, pero se ha asociado este tipo de alergias a trastornos del sueño, eneuresis, infecciones de oído, irritabilidad, dolor en las articulaciones, fatiga crónica y problemas gastrointestinales, entre otros.
Alto contenido de Inhibidores Enzimáticos
Cuando comemos, en el tracto digestivo son secretadas diferentes enzimas digestivas, como la amilasa lipasas y proteasas, para ayudar a descomponer los alimentos y que éstos puedan ser asimilados más adelante.
El alto contenido de inhibidores enzimáticos presentes en la soja no fermentada interfiere en este proceso, y hace que sea difícil digerir completamente los hidratos de carbono y proteínas de la soja.
Cuando los alimentos no son completamente digeridos, las bacterias en el intestino grueso tratan de completar el trabajo, y esto puede causar malestar e hinchazón abdominal.
A su vez, los residuos mal digeridos -sobre todo las proteínas-, son catalizadores de reacciones inmunitarias no deseadas.
Nota final
A lo largo de miles de años, diversas poblaciones han tratado de disminuir los efectos tóxicos de la soja. Es por ello que la cocinamos, la trituramos o fermentamos. Sabed que el objetivo de estos procesos no es tanto variar su sabor sino hacerla lo menos dañina posible.
Aún así, aunque parezca sorprendente en poblaciones típicamente consumidoras de soja, las cantidades diarias no son tan altas. La cantidad diaria promedio de proteína de soja consumida en Japón era, según un estudio realizado en 1998, de aproximadamente ocho gramos diarios en los hombres y siete en las mujeres, lo que equivale a menos de dos cucharaditas.
El mundo occidental ingiere actualmente cantidades muy superiores de este alimento que para nosotros (occidentales) es absolutamente novedoso. Somos la primera generación que lo consume y, lógicamente, es un período de tiempo insuficiente para que nuestra fisiología procese este alimento de la manera adecuada y sin producir alarma.
Amante de la fisiología humana, el entrenamiento y más, Néstor, co-fundó Mammoth Hunters después de ayudar a Oriol mejorar su rendimiento deportivo y salud. Es un nutricionista clínico, entrenador y terapeuta. Además de Mammoth Hunters Néstor tiene una clínica donde ayuda a centenares de personas a estar más sanas.